Bueno, ha pasado mucho desde que publiqué la última parte de este fic, y ahora si es tiempo de continuarlo (Akari prepárate y ya sabes porqué), estoy ya en los capítulos finales y espero llevarlo ya a finalizar pronto porque tengo otros planes en mente y muchas ya saben qué es :)
Saludo también a las chicas del naruto couples, que visitan de cuando en cuando y que también dedicarán un rinconcito yuri en su forito.
Que lo disfruten :)
Jibun no Unmei Cap XL - Nisemono
Mentiras. Una mente plagada de mentiras. Le observaba a través de esas gafas tan extrañas. Yukino no podía despegar la mirada de Sei. Adivinaba que tras toda esa sonrisa había una máscara tan grande ocultando su verdadero yo. Pero no entendía como Shizuru-san no podía notarlo, siendo tan perceptiva.
Miraba esa escena tan particular, Sei sonreía cuando estaba en presencia de todo mundo, pero apenas daba media vuelta y se creía a salvo de cualquier mirada, sus ojos denotaban una frialdad tan contrastante con la sonrisa anterior.
-Fujimoto-san? – se acercó mientras sonreía.
Sei volvió la mirada lentamente y la contempló. Esa chica llevaba largo rato observándolo, sonreía, y sin embargo Sei sentía que era casi como él.
-Si..? - dejó entrever que no conocía a la recién llegada.
Yukino se presentó tras ese gesto y empezó a entablar una charla con él, mientras Sei se sentía incómodo ante el simple sentido de las preguntas. Había esperado un juego mordaz y todo resultaba tan liviano. La presencia anexada de Shizuru en ese momento aligeró la situación de una manera casi instantánea y Sei pudo observar que la chica de anteojos estaba preocupada.
Shizuru se alejó de ellos en cuanto Natsuki llegó. Se saludaron cortésmente y en breve desaparecieron. Yukino trató de encontrarlas con la mirada.
-No las encontrarás aquí – musitó Sei sin dirigirle la mirada – deben estar en el jardín conversando – terminó mientras le ofrecia una bebida – no tiene alcohol – sonrió.
Yukino aceptó la bebida mientras una apurada presencia se acercaba.
- Yukino! Te he estado buscando por todo este lugar hasta encontrarte aquí, oh gracias – musitó Haruka mientras tomaba la segunda bebida que Sei sostenía en la mano y la apuraba de un solo golpe.
-Haruka-chan, eso tie… ne alcohol…
Yukino y Sei la miraron desplomarse cual mosca y haciendo un ruido sordo bastante fuerte al caer. Los invitados voltearon instintivamente al escuchar un golpe de tal magnitud.
Y Sei tuvo que morderse la lengua antes de soltar una carcajada tremenda entre tanta gente. Ayudó a Yukino mientras se disculpaba con los presentes y la llevó hacia una de las recámaras de la mansión disponibles para los invitados.
Shizuru, Natsuki y compañía se acercaron a la cama donde Haruka roncaba plácidamente debido a los rápidos efectos del alcohol en sus sentidos.
Sei les daba una pijama y algo de más para que la cambiasen, aunque pensaba si por el golpe en la cabeza no requeriría que la revisase un médico. Estaba tan absorto pensando eso cuando escuchó que los presentes contenían la risa.
-Qué ocurre? – preguntó visiblemente confundido.
-No creo que exista ese problema con Haruka-san, terminó diciendo Shizuru.
-Qué quieres decir?
-Quiere decir, que en ese caso, necesitas ir a ver si el piso está bien – comentó Natsuki.
-Kuga-san! – intervino Yukino – quiere decir, que Haruka-chan tiene una cabeza resistente.
-Ah ya veo – dijo Sei mientras alzaba una ceja.
Sei recibió una llamada que lo hizo disculparse en ese momento. Mientras los demás se quedaban allí debatiendo sobre como llevarse a Haruka a casa. Yukino miraba siempre la situación de forma diferente a todos ellos.
Su preocupación era Sei. Ninguna persona propondría un trato tan increíble. Casarse con Shizhuru-san un corto período y luego dejarle ir a otro lugar para que fuese libre con Kuga-san. Era tan increíble como que santa-san en verdad fuese un viejecillo bigotón viviendo con los pingüinos.
Y sin embargo Shizuru-san estaba tan callada y contenta con esa situación. Kuga por el contrario se mostraba recelosa. Pero porque Shizuru-san no?
Qué había en Fujimoto-san, que hacía confiar a Shizuru-san de esa manera. Sabía de antemano que ella no era de las personas que confiaban ciegamente en nadie. Pero qué pasaba en esa situación. Pensaba en ello mientras miraba a Natsuki, quién aparentaba una calma tan serena, sin demostrar que al igual que Yukino, desconfiaba de la extraña camaradería entre Shizuru y Sei. Tan extraña que inclusive se sentía celosa de lo que parecía ser un secreto entre ellos dos.
-Qué ocurre, Sakomizu? – preguntó Sei fastidiado.
-Los planos encargados están completos señor. El señor Smith se ha encargado de verificar que sean tal cuál los pidió.
-Muy bien – susurró Sei mientras se sentaba – esta fiesta es un asco. La próxima vez que planeen algo de este tipo no me inviten ni mucho menos hagan que yo sea el anfitrión – bostezó mientras se estiraba en la silla.
-Eso indica que no volverá ala fiesta? – preguntó Sakomizu.
-Sakomizu…
-Si?
-No me fastidies cuando sepas que la respuesta es si –terminó Sei mientras se levantaba del sillón y salía a su habitación.
Cruzó los largos pasillos mientras a su mente venían recuerdos demasiado vagos y que no alcanzaba a entender del todo. Cuadros y más cuadros, estaba harto de verlos últimamente. No entendía también porqué estaba prefiriendo últimamente los largos paseos al aire libre y trabajar en el jardín bajo los árboles, su vida aislada se estaba haciendo más extraña aún, rodeado de tanta vegetación.
Maldijo por lo bajo, mientras se encerraba en su habitación. En su mente habían demasiadas imágenes que no entendía. Eventos que no recordaba en absoluto y sobre todo, el que las hacía no era él.
Contempló largo rato el techo de la habitación sin entender del todo de que iba esa situación extraña y pintoresca. Había mandado decorar todo el techo con imágenes que tenía en la mente y que asemejaban un claro de bosque.
Cerró los ojos ligeramente, mientras sentía una extraña calidez en las manos. Tenía esa sensación desde que sostuvo por primera vez las manos de Shizuru. Una calidez muy extraña.
Se incorporó y se dirigió nuevamente a la habitación donde la extraña amiga de ellos se encontraba tumbada. Extrañamente estaba recuperada y con un ligero mareo que aún le nublaba la vista. Pero por lo demás se encontraba hablando hasta por los codos.
-Sospecho que con ese ánimo se encuentra mucho mejor – dijo al fin mientras los demás asentían.
Shizuru sonrió al escuchar esa expresión. Sin duda Sei se lo recordaba mucho. Ese hermano serio y consentidor de hace años atrás. Shin tendría la misma edad que Sei y quizá ese mismo tono de voz. Algo dentro de sí se había movido cuando por acomodarse un gemelo en la camisa, Sei dejó entrever una pequeña marca en la muñeca y ella lo notó.
Era pequeña, pero se parecía tanto a la que Shin se hizo en una ocasión cuando intentaba bajar un cometa que se le había escapado de las manos.
Ella había llorado y Shin sólo se había reído al devolvérsela. Le acarició la cabezay sujetó la cometa a un árbol para que no se fuese nuevamente mientras le daba parte del hilo a Shizuru.
Un cometa de colores mezclados sobre el tranquilo cielo de Kyoto. Una escena más que shizuru rememoraba desde lo profundo y cerrado de ese corazón que sólo le permitía ver a Natsuki. Y aunque ella se lo había comentado, recordaba siempre las palabras de Natsuki al advertirle ciegamente.
-Aunque lo creas en ese sentido, Shizuru. Fujimoto no es Shin – le recordó nuevamente Natsuki en un susurro.
-Eso lo sé, contestó Shizuru mientras su voz se notaba un poco anhelante. Yukino notaba ese ligero desconcierto en Shizuru y la cautela de Kuga.
La mirada de Yukino volvió a Haruka, quién todavía balbuceaba cosas extrañas, como que si Reito-kun y Mai-san siempre tenían que cargar con Mikoto hacia cualquier lado y que si alguna vez la directora Fumi dejaría de sonreír de esa manera. Aunque también le preocupaba la fiesta de cumpleaños de Shizuru ya que aunque faltara tiempo ella debía preocuparse de esos detalles también.
Todos los presentes sonrieron ante las expresiones tan características de Haruka y mientras eso ocurría, Sei miró detenidamente a Shizuru.
La heredera de la familia Fujino era tan genuina como inteligente, joven y guapa, una verdadera joya si tenía que decirlo. Se excusó de ellos argumentando que tenía que atender a los invitados y todos ellos sonrieron, en especial Shizuru, quién le dedicó una de sus sonrisas clásicas.
Sei salió del cuarto sonriendo. Shizuru no le caía nada mal, incluso creía apreciarle dentro de lo que cabía. Dio un largo suspiro antes de comenzar a bajar las escaleras para atender a la gente allí reunida.
-En verdad eres una persona maravillosa Shizuru-san…sólo lamento que tengas que morir…
Saludo también a las chicas del naruto couples, que visitan de cuando en cuando y que también dedicarán un rinconcito yuri en su forito.
Que lo disfruten :)
Jibun no Unmei Cap XL - Nisemono
Mentiras. Una mente plagada de mentiras. Le observaba a través de esas gafas tan extrañas. Yukino no podía despegar la mirada de Sei. Adivinaba que tras toda esa sonrisa había una máscara tan grande ocultando su verdadero yo. Pero no entendía como Shizuru-san no podía notarlo, siendo tan perceptiva.
Miraba esa escena tan particular, Sei sonreía cuando estaba en presencia de todo mundo, pero apenas daba media vuelta y se creía a salvo de cualquier mirada, sus ojos denotaban una frialdad tan contrastante con la sonrisa anterior.
-Fujimoto-san? – se acercó mientras sonreía.
Sei volvió la mirada lentamente y la contempló. Esa chica llevaba largo rato observándolo, sonreía, y sin embargo Sei sentía que era casi como él.
-Si..? - dejó entrever que no conocía a la recién llegada.
Yukino se presentó tras ese gesto y empezó a entablar una charla con él, mientras Sei se sentía incómodo ante el simple sentido de las preguntas. Había esperado un juego mordaz y todo resultaba tan liviano. La presencia anexada de Shizuru en ese momento aligeró la situación de una manera casi instantánea y Sei pudo observar que la chica de anteojos estaba preocupada.
Shizuru se alejó de ellos en cuanto Natsuki llegó. Se saludaron cortésmente y en breve desaparecieron. Yukino trató de encontrarlas con la mirada.
-No las encontrarás aquí – musitó Sei sin dirigirle la mirada – deben estar en el jardín conversando – terminó mientras le ofrecia una bebida – no tiene alcohol – sonrió.
Yukino aceptó la bebida mientras una apurada presencia se acercaba.
- Yukino! Te he estado buscando por todo este lugar hasta encontrarte aquí, oh gracias – musitó Haruka mientras tomaba la segunda bebida que Sei sostenía en la mano y la apuraba de un solo golpe.
-Haruka-chan, eso tie… ne alcohol…
Yukino y Sei la miraron desplomarse cual mosca y haciendo un ruido sordo bastante fuerte al caer. Los invitados voltearon instintivamente al escuchar un golpe de tal magnitud.
Y Sei tuvo que morderse la lengua antes de soltar una carcajada tremenda entre tanta gente. Ayudó a Yukino mientras se disculpaba con los presentes y la llevó hacia una de las recámaras de la mansión disponibles para los invitados.
Shizuru, Natsuki y compañía se acercaron a la cama donde Haruka roncaba plácidamente debido a los rápidos efectos del alcohol en sus sentidos.
Sei les daba una pijama y algo de más para que la cambiasen, aunque pensaba si por el golpe en la cabeza no requeriría que la revisase un médico. Estaba tan absorto pensando eso cuando escuchó que los presentes contenían la risa.
-Qué ocurre? – preguntó visiblemente confundido.
-No creo que exista ese problema con Haruka-san, terminó diciendo Shizuru.
-Qué quieres decir?
-Quiere decir, que en ese caso, necesitas ir a ver si el piso está bien – comentó Natsuki.
-Kuga-san! – intervino Yukino – quiere decir, que Haruka-chan tiene una cabeza resistente.
-Ah ya veo – dijo Sei mientras alzaba una ceja.
Sei recibió una llamada que lo hizo disculparse en ese momento. Mientras los demás se quedaban allí debatiendo sobre como llevarse a Haruka a casa. Yukino miraba siempre la situación de forma diferente a todos ellos.
Su preocupación era Sei. Ninguna persona propondría un trato tan increíble. Casarse con Shizhuru-san un corto período y luego dejarle ir a otro lugar para que fuese libre con Kuga-san. Era tan increíble como que santa-san en verdad fuese un viejecillo bigotón viviendo con los pingüinos.
Y sin embargo Shizuru-san estaba tan callada y contenta con esa situación. Kuga por el contrario se mostraba recelosa. Pero porque Shizuru-san no?
Qué había en Fujimoto-san, que hacía confiar a Shizuru-san de esa manera. Sabía de antemano que ella no era de las personas que confiaban ciegamente en nadie. Pero qué pasaba en esa situación. Pensaba en ello mientras miraba a Natsuki, quién aparentaba una calma tan serena, sin demostrar que al igual que Yukino, desconfiaba de la extraña camaradería entre Shizuru y Sei. Tan extraña que inclusive se sentía celosa de lo que parecía ser un secreto entre ellos dos.
-Qué ocurre, Sakomizu? – preguntó Sei fastidiado.
-Los planos encargados están completos señor. El señor Smith se ha encargado de verificar que sean tal cuál los pidió.
-Muy bien – susurró Sei mientras se sentaba – esta fiesta es un asco. La próxima vez que planeen algo de este tipo no me inviten ni mucho menos hagan que yo sea el anfitrión – bostezó mientras se estiraba en la silla.
-Eso indica que no volverá ala fiesta? – preguntó Sakomizu.
-Sakomizu…
-Si?
-No me fastidies cuando sepas que la respuesta es si –terminó Sei mientras se levantaba del sillón y salía a su habitación.
Cruzó los largos pasillos mientras a su mente venían recuerdos demasiado vagos y que no alcanzaba a entender del todo. Cuadros y más cuadros, estaba harto de verlos últimamente. No entendía también porqué estaba prefiriendo últimamente los largos paseos al aire libre y trabajar en el jardín bajo los árboles, su vida aislada se estaba haciendo más extraña aún, rodeado de tanta vegetación.
Maldijo por lo bajo, mientras se encerraba en su habitación. En su mente habían demasiadas imágenes que no entendía. Eventos que no recordaba en absoluto y sobre todo, el que las hacía no era él.
Contempló largo rato el techo de la habitación sin entender del todo de que iba esa situación extraña y pintoresca. Había mandado decorar todo el techo con imágenes que tenía en la mente y que asemejaban un claro de bosque.
Cerró los ojos ligeramente, mientras sentía una extraña calidez en las manos. Tenía esa sensación desde que sostuvo por primera vez las manos de Shizuru. Una calidez muy extraña.
Se incorporó y se dirigió nuevamente a la habitación donde la extraña amiga de ellos se encontraba tumbada. Extrañamente estaba recuperada y con un ligero mareo que aún le nublaba la vista. Pero por lo demás se encontraba hablando hasta por los codos.
-Sospecho que con ese ánimo se encuentra mucho mejor – dijo al fin mientras los demás asentían.
Shizuru sonrió al escuchar esa expresión. Sin duda Sei se lo recordaba mucho. Ese hermano serio y consentidor de hace años atrás. Shin tendría la misma edad que Sei y quizá ese mismo tono de voz. Algo dentro de sí se había movido cuando por acomodarse un gemelo en la camisa, Sei dejó entrever una pequeña marca en la muñeca y ella lo notó.
Era pequeña, pero se parecía tanto a la que Shin se hizo en una ocasión cuando intentaba bajar un cometa que se le había escapado de las manos.
Ella había llorado y Shin sólo se había reído al devolvérsela. Le acarició la cabezay sujetó la cometa a un árbol para que no se fuese nuevamente mientras le daba parte del hilo a Shizuru.
Un cometa de colores mezclados sobre el tranquilo cielo de Kyoto. Una escena más que shizuru rememoraba desde lo profundo y cerrado de ese corazón que sólo le permitía ver a Natsuki. Y aunque ella se lo había comentado, recordaba siempre las palabras de Natsuki al advertirle ciegamente.
-Aunque lo creas en ese sentido, Shizuru. Fujimoto no es Shin – le recordó nuevamente Natsuki en un susurro.
-Eso lo sé, contestó Shizuru mientras su voz se notaba un poco anhelante. Yukino notaba ese ligero desconcierto en Shizuru y la cautela de Kuga.
La mirada de Yukino volvió a Haruka, quién todavía balbuceaba cosas extrañas, como que si Reito-kun y Mai-san siempre tenían que cargar con Mikoto hacia cualquier lado y que si alguna vez la directora Fumi dejaría de sonreír de esa manera. Aunque también le preocupaba la fiesta de cumpleaños de Shizuru ya que aunque faltara tiempo ella debía preocuparse de esos detalles también.
Todos los presentes sonrieron ante las expresiones tan características de Haruka y mientras eso ocurría, Sei miró detenidamente a Shizuru.
La heredera de la familia Fujino era tan genuina como inteligente, joven y guapa, una verdadera joya si tenía que decirlo. Se excusó de ellos argumentando que tenía que atender a los invitados y todos ellos sonrieron, en especial Shizuru, quién le dedicó una de sus sonrisas clásicas.
Sei salió del cuarto sonriendo. Shizuru no le caía nada mal, incluso creía apreciarle dentro de lo que cabía. Dio un largo suspiro antes de comenzar a bajar las escaleras para atender a la gente allí reunida.
-En verdad eres una persona maravillosa Shizuru-san…sólo lamento que tengas que morir…
